Ministerio y mensaje
El ministerio de Jesús cuando caminó la tierra estaba dedicado a la enseñanza de la gente sobre las maneras de Dios y guiándolos a aspirar nuevas alturas del potencial espiritual. Pero mientras enseñaba nunca estaba tan ocupada como para no preocuparse por lo enfermos y atender a las necesidades prácticas de la gente ordinaria. Su ministerio se caracterizó por el trabajo práctico de sanar a los enfermos por una mano (un trabajo que también conlleva un profundo significado espiritual), y enseñar sobre el futuro reino de Dios en la otra.
El ministerio de Jesús
Las enseñanzas del ministerio de Jesús estaban centradas en Dios, en el reino venidero, y en que tipo de personas necesitamos ser para complacer a Dios (vimos un resumen de su mensaje en el capítulo 10: nuestro doble deber de amar a Dios y ponerlo primero, y amar a nuestro semejante). Su ministerio público duró tres años y medio, y durante ese tiempo Jesús estuvo en la tierra de Israel acompañado de sus discípulos para poder enseñar a la gente acerca del arrepentimiento y las buenas noticias del reino venidero. Era un mensaje retador y demandante, pero uno que atraía a la gente porque presentían que era a la par, idealista e inspirador y completamente correcto. Hablaba con autoridad y convicción lo que era muy distinto a densa filosofía y rituales vacíos de sus pares; ordenaba el respeto y la admiración de la gente. Hablaba de un simple mensaje, pero uno que tenía una profundidad tremenda. Hablaba de ideales y de como Dios querría que nos comportáramos. Hablaba de la necesidad de arrepentimiento y de cambiar nuestras maneras para poder volver a una buena relación con Dios.
Pero Jesús no solo habló. También hizo cosas maravillosas: obró milagros, sanó a los enfermos, alimento al hambriento, y dio señales de demostrar que quien decía ser – el hijo de Dios enviado al mundo para salvar pecadores. Sus trabajos de sanación y su preocupación por los pobres, los marginados y los oprimidos y sus volcaduras de las normas y convenciones sociales demostró que hablaba en serio – que amar a Dios con todo el corazón y amar al vecino de uno es de lo que realmente se trata.
El hombre es el mensaje
Algunas personas admiten que Jesús fue un gran maestro, pero prefieren parar ahí, que ir más lejos. Si realmente nos comprometemos con las palabras de Jesús, tal vez, encontraremos que el no nos permitiría esta alternativa.
El punto es que Jesús no enseñó simplemente un mensaje – el era el mensaje, la personificación misma de el. Todos hemos conocido gente que dice una cosa y hace otra; Jesús era justo lo opuesto a esto. Vivía lo que predicaba y enseñaba con ejemplo práctico lo que en verdad significa amar a Dios y amar a otros seres humanos.
Enseñó al dar su propia vida lo que la verdadera dedicación y el verdadero sacrificio a Dios realmente significan.
Jesús era el representante viviente de Dios en la tierra – nada menos. Un embajador de un país extranjero puede hablar en nombre de su país y sus lideres hasta cierto punto, pero habrá algunos temas que sobrepasan su grado de pago, por así decirlo, y que tendrá que referir al primer ministro, presidente o monarca a quien representa. En contraste, Jesús era el representante perfecto de Dios, el máximo embajador. El sabía instintiva e intrínsecamente lo que la visión de Dios sería en algún tema y lo que El querría. Siempre hizo la voluntad de su padre, y siempre vio las cosas como Dios las veía. Como Jesús dijo:
“El que me ha visto a mi, ha visto al Padre” (Juan14:9)
Esto quiere decir que si veías y experimentabas a Jesús – si realmente lo llegabas a conocer – entonces podías entender como es Dios, más de lo que cualquier mera enseñanza pudiera permitir. Este era el sentido en que Jesús era la palabra de Dios (Su propósito, plan y poder) hecho carne (Juan 1:14). La gran noticia es que aún podemos llegar a conocerlo hoy – por eso es por lo que, hay cuatro Evangelios distintos de su vida grabados en la Biblia, cada uno dando una perspectiva diferente de su gran trabajo, y porque tanto de ambos el Nuevo Testamento y el Antiguo son todo sobre el.
Jesús fue al que Dios envió al mundo a salvar a hombres y mujeres de sus pecados y sus consecuencias mortales. Su solo nombre personifica esto, “Jesús” significa “Dios salva”. Jesús habló de si mismo como el camino (a Dios), la puerta (de regreso al compañerismo en la casa de Dios), la verdad (sobre Dios) y la vida (sin Jesús solo hay muerte para esperar). Esta es la razón de porque Jesús es tan crítico con el propósito de Dios y por eso Jesús podía decir:
“Nadie viene al Padre, si no por mi”
(Juan 14:6)
No hay manera de evitarlo, entones, llegar a entender la identidad de Jesús, su misión y su mensaje, es absolutamente crucial para entender el propósito de Dios. Habiendo explorado un poco de estos temas por lo tanto podemos ahora comenzar con el incidente en la vida de Jesús que marca justo el centro de la historia del mundo, el momento decisivo del plan de Dios y del trabajo de Jesús: la crucifixión y resurrección.